Este artículo de Philip Newell fue realizado en el año 1991, el guión es para un programa de Granada Televisión del Reino Unido, en el que Philip, debidamente documentado y apoyado por una exhaustiva investigación, demuestra los peligros ya sospechados y otros menos, de la utilización prolongada de auriculares y sistemas para coche. Ese programa y este artículo, surgían en el auge de los Walkman y Discman un poco por toda Europa, por lo que alguna revista supuestamente responsable, declinó publicarlo GRATUITAMENTE con el temor al mosqueo de algún fabricante/distribuidor/anunciante. Casi ocho años después, cuando cada vez más coches se parecían a discotecas ambulantes, seguía estando tan vigente este problema, que decidimos publicarlo en nuestro boletín nº5. Hoy día, la sordera precoz es un enorme problema social y cada vez son más las evidencias que la perdida progresiva del audición está más relacionada con cuestiones ambientales que con el avanzo de la edad. Volveremos al tema, pero os dejamos con el artículo. ¡Como pasa el tiempo!…

Incidencias de tinnitus (aparecimiento de un ruido constante en el oído humano, sin fuente sonora) están aparentemente proliferando, cuando comparadas con el número previsto de potenciales sufridores, teniendo en cuenta los programas de control de ruido de la industria moderna. Se cree que la causa posible es el aumento de la utilización de los generalmente denominados walkman (Walkman o discman  según se trate de lectores de casete, CD o Mini-disc portátiles) y aún de los sistemas de radio/casete en los coches, que cada vez mas aumentan su potencia. Muchos son los factores que conspiran contra la moderación de los niveles sonoros de utilización de estes aparatos, y, normalmente, usuarios mas inconscientes suelen administrarse altos niveles de presión acústica.

Cuando se escuchan altavoces en una sala, uno frecuentemente se mueve dentro de la sala, o por lo menos mueve la cabeza, alejándose por momentos del flujo directo del sonido. En el caso de los walkman, ellos están fijos, incesantemente debitando su sonido de forma casi directa dentro del oído. A pesar del tss-tss  ahora ubicado en muchos trenes y autobuses, casi no hay ninguna presión social en el sentido de mantener bajos los niveles de escucha, cuando comparada con la que está consensuada hacia el ambiente doméstico y la música por los altavoces. Además, la portabilidad de estes sistemas personales aumenta el tiempo de exposición de los oídos y, en especial durante viajes, con el ruido provocado por los trenes o autobuses, puede llevar el usuario a escuchar a niveles superiores a lo normal.

Todo este problema es exacerbado por el hecho de que una gran parte de nuestra audición  normal está compuesta de conductividad sonora a través del cuerpo, que posteriormente el cerebro integra con la sensación puramente auditiva de forma a determinar el “volumen” percibido. Por falta del sonido recibido directamente sobre el cuerpo, los auriculares podrán tener que producir en el canal auditivo, niveles cerca de 6 dB superiores, de forma a proporcionar el mismo “volumen”  aparente cuando comparado con lo que saldría de un par de altavoces. 6dB representan cuatro veces la potencia. Además, la música a altos niveles de presión causa adicción, tal como las drogas, por lo que cuanto mas se escucha, mas la quiere uno seguir escuchando, ya sea en términos de tiempo o de nivel sonoro. Y sigue. Las bajas frecuencias son percibidas casi enteramente a través del cuerpo, entonces cuando el oído es el único medio que es excitado con la música vía auriculares, casi de inmediato se procede a la subida de nivel de esas  frecuencias, de forma a minimizar la falta de sensaciones táctiles; esto puede elevar aún mas el nivel normal de escucha. Por otra parte, cuando se oye música en una sala, la reverberación y las reflexiones de la sala, producen un aumento del volumen aparente, imposible de apreciar por medio de auriculares.

La suma de los puntos anteriormente referidos y muchos otros mas, pueden llevar los usuarios de walkman  a exponerse tan solo en 15 minutos de utilización, al equivalente a un día de trabajo en un estudio de grabación de música rock. O sea, una persona utilizando un walkman durante 6 horas consecutivas se expone lo mismo que el ingeniero de sonido de un estudio de grabación durante un mes de trabajo con una banda de heavy metal. Variaciones del umbral de audición debidas al insistente uso de los walkman, pueden llevar uno a elevar su nivel de escucha de estos aparatos, lo que, seguramente, aumentara el aparecimiento de tinnitus, o incluso podrá provocar daños permanentes.

La grabación digital de la música moderna hecha por ordenador/ secuenciador permite la retención de picos de señal con mucho mas nivel. Comparando con los niveles de la música acústica grabada, se concluye que esos transitorios actúan como martillazos directos en el sistema auditivo. Por ironía, es precisamente ese, el efecto que a menudo se busca para añadir excitación a la música moderna. Sin embargo, y a pesar de todos los problemas ya referidos que pueden resultar de la excesiva utilización de los walkman, porque son estos aparatos de uso personal y no pueden hacer daño mas que a su usuario, la importancia de sus peligros casi se desvanece si atendemos a los riesgos de los nuevos sistemas de radio/casete para coche.

En algunos de los nuevos sistemas para coches, en apenas 15 segundos el usuario se expone al equivalente a un día de trabajo en un estudio de heavy metal, y, lo peor, puede llevar otra gente a sufrir los mismos daños.

Sistemas para coches:

Establecida la moda que busca aparatos cada vez mas potentes (observemos los mas recientes anuncios en revistas o periódicos exaltando las prodigiosas prestaciones de algunas novedades para su coche), algunas instalaciones disponibles en el mercado, pueden llegar a los 127 dB de nivel de presión sonora(SPL) dentro de un automóvil. Se consideramos que, en general, el umbral de dolor son los 120 dB, queda evidente que el riesgo de distracción, que corre un conductor sujeto a tan altos niveles, solo por efecto del dolor, es enorme. Muchos de estes nuevos sistemas tienen potencias entre mil y cuatro mil vatios. Una tan gran potencia, en algunos casos llega a requerir que en el maletero del coche se coloquen baterías auxiliares para aumentar la salida del generador. Los 300 amperios de corriente, aproximadamente, suelen necesitar de cable con cerca de 25mm de diámetro para las conexiones del amplificador a la batería.

Los devotos de estos sistemas miden la salida de sus amplis, no en vatios o decibelios, pero en blocks ( manzanas) . Por ejemplo, un sistema de tres blocks  es el que puede escucharse a tres manzanas de distancia. A estes niveles, si las ventanas se mantienen cerradas, se pueden sentir vibrando a tiempo con la música, y de forma expansiva, lo que induce un estrés sicológico en los ocupantes del vehículo, debido a un efecto de cámara de presión. La trompa de Eustaquio, que permite el igualamiento de la presión entre el oído medio y la nariz, no es un mecanismo lineal. Dejará que el aire pase con mas facilidad en una dirección que en la otra. El efecto de niveles de presión sonora extremadamente altos, puede ser el de extraer el aire del oído medio, esforzar el tímpano y tener repercusiones en el equilibrio y la percepción. Conducir un coche dentro del cual se van produciendo tan fuertes niveles de presión sonora, no es muy distinto de hacerlo bajo las influencias del alcohol o de otras drogas. Trabajos de investigación en temas asociados, hechos por Hood y Leventhall en el 1971, demuestran que tal sobrecarga sensorial, y tanto como el alcohol, llevan al vértigo y al deterioro general del desempeño de tareas que exijan concentración y vigilancia. Hood, ha demostrado en 1972, con exámenes indicativos bajo la influencia de muy bajas frecuencias, que los errores típicos, a niveles superiores a 110dB, aumentaban un 10% cuando comparados con los resultados de una exposición a 80 dB. Estas pruebas tienen especial relevancia cuando se conduce a altas velocidades y con las ventanas abiertas, ya que el desplazamiento de aire provoca una percusión de muy bajas frecuencias en la zona expuesta de la cabeza. Las variaciones temporales del umbral de audición causadas por estos ruidos, suelen llevar los ocupantes a elevar aún mas el nivel de sus aparatos, de forma a que supere el ruido de fondo indeseable.

Dentro de un coche, niveles de música del orden de los 120 dB o superiores, tienen el mismo efecto en un solo minuto, que ocho horas de trabajo en un típico estudio de rock. Aparte el riesgo del probable daño físico irreversible al aparato auditivo, los peligros potenciales de conducir bajo tan altos niveles de presión sonora incluyen distracción general de la tarea de la conducción, degradación de prestaciones y de los reflejos con la posibilidad de distraer otros usuarios de la carretera, y la evidente limitación en escuchar avisos externos provenientes de ambulancias u de otros conductores.
Fue sugerido que lo último era también un problema de los conductores sordos, pero un sordo, consciente de su limitación, usará de forma mas
efectiva sus otros sentidos y seguramente se mantendrá vigilante. Y por cierto, no se dejará distraer  por la música.
El problema de la distracción es, hace mucho, conocido de las aseguradoras que cargan premios a los jóvenes. Las estadísticas muestran de forma general, que chicos conduciendo con música están mas sujetos a accidentes que los que no lo hacen, tales como los que viajan acompañados de un chica. Conducir acompañado de una chica y con música aumenta aún mas el riesgo. A algunas personas les gusta que la música las lleve a un mundo de sueño, haciendo olvidar el aburrimiento de los embotellamientos o de las carreteras de tráfico intenso y de poca fluidez. Si, en caso de accidente, puede haber sido el aburrimiento o la música el fuente de distracciones, aún es un punto discutible. Esta perdida de vigilancia puede fácilmente ser comprobada en privado, midiendo el tiempo que uno lleva a solucionar secuencias de puzzles semejantes, bien como su grado de perfección, con y sin música a altos niveles.

En este momento corremos seriamente el riesgo de volver a producir una generación de gente que sufre daños auditivos, solo que al revés de las anteriores, no se lo podremos atribuir a la industria, pero si a una auto-infligida pérdida del oído. Dadas las modernas técnicas de salud y la legislación de seguridad en el trabajo, los problemas de pérdida prematura de la audición, deberían ser considerablemente menores, pero la gran mayoría de los casos actuales tienen que ver con la música muy alta. Sin duda, hay otros hobbies  que incluyen ruidos fuertes, como el tiro, pero si las pistolas no traen una pegatina con el aviso de su nivel de salida, es porque no fueran básicamente diseñadas para producir sonido. Me asustaría la propuesta de una legislación indebida (excesiva) para los sistemas sonoros, ya que, por cierto, no serviría mas que para dar trabajo a abogados y otros profesionales de la ley. Sin embargo, creo que una mas grande información al público seria deseable, tal como se va haciendo con el tabaco o el tiro.
Yo seria el último en evitar que alguien que quisiera fumar lo hiciera. El hecho de no compartir su necesidad, no me da razón para tal. Dejar de fumar puede todavía causar niveles de estrés mas peligrosos que los efectos del humo. Tampoco me parece probable que la madre de Juanito le regale, por su cumpleaños, un paquete de Fortuna, pero la falta de información sobre los riesgos potenciales, la puede llevar a regalarle un walkman  o un discman. Ademas, mientras los riesgos de fumar pueden ser cuantificados en términos del número de cigarillos consumidos por día, no se puede esperar que Juanito se mantenga el límite de los 90 dB durante todo el día. Realmente ni se daría cuenta, y esa misma presión sonora, le impondría una irresistible voluntad de subir el volumen.

Tal como con los cigarillos o el alcohol, con moderación, la reducción del estrés o el alivio del aburrimiento pueden hacer olvidar los riesgos por indulgencia. En todos los casos, determinar el peor de los males es siempre una cuestión de escala. La información pública adecuada, permite a los individuos escoger sus puntos de compromiso y enseñar sus hijos.

Pruebas:

Pruebas definitivas y concluyentes, que demostrarían los efectos de presiones sonoras muy fuertes, sea de los walkman  sea de los sistemas de coche, no pueden ser hechas utilizando a humanos. Serían inmorales dada la posibilidad de los enormes daños auditivos, por lo que es imposible determinar los verdaderos efectos tanto sobre el oído como la atención. De hecho, aún que alguien a nivel privado, o un país liberal en este sentido, las hubieran llevado a efecto, ninguna publicación respetable lo pondría en sus páginas, ya que normalmente se rigen por el mismo código ético.
Sin considerar que para mucha gente, experimentar en animales con el único propósito de mejorar un sistema de entretenimiento para humanos, es en si mismo inaceptable, las diferencias sicológicas por si, harían dichas pruebas dudosas y sin valor. Esa es la razón, por la cual las compañías productoras de estos equipos personales de música, están protegidas contra cualquier litigio, ya que, para fines legales es prácticamente imposible realizar pruebas concluyentes. Todavía, esta es una actitud irresponsable de los fabricantes, ya que ellos están mucho mejor informados que la mayoría de los usuarios, del posible mal uso. En el caso de los radio/casetes de gran potencia para coches, su mal uso, o, por lo menos, su uso excesivo, se da en las manos de los jóvenes. En estos casos, y porque la naturaleza juvenil a eso lleva, si pulsando un botón, uno tiene acceso a 127 dB, es una tontería creer que no lo vaya intentar.

Philip Newell

Artículo publicado en nuestro boletín Nº5 en Abril de 1998.