Vamos a imaginar una historia que nunca ha ocurrido, más que en la cabeza del autor de este texto. Dos amigos, que vivían en un mismo pueblo y solían coincidir en los conciertos de un mismo proyecto musical ya con alguna popularidad, se dieron cuenta que quizás fuese el momento de montar su propio espacio de trabajo. Toni – por tener que darles un nombre a cada uno – era guitarrista, compositor y arreglista y sentía la necesidad de expandir sus capacidades con un set-up de amplis y pedales siempre montado y conectado, en un entorno que le facultase la inspiración. Nada mejor que una sala de ensayo, en la que la acústica no fuese un incordio y le permitiese tener esos 2 combos clásicos, vintage, que eran su pasión más grande, a la vez que podía cambiar de instrumento con la necesaria facilidad, al tener todas sus guitarras en los 4 soportes que diseñaban un cuarto de círculo en el suelo. Pepe, batería y un músico con menos recursos técnicos, venía dedicándose a la captación de sonido y mezcla en los últimos años y, de hecho, se había ganado a pulso el puesto de técnico FOH en los directos del grupo. Su mayor inquietud era si sería capaz de hacer mejor que el ingeniero que les grabara la última maqueta.

Entre dos cervezas, o tres, hablaron de todo: del tamaño del espacio; si control Sí, si control No; Si mesa de mezclas analógica o digital o si, simplemente, una DAW con el más utilizado software del planeta y una mano llena de previos de Clase A; Si 6.5” o 8” en los monitores de campo cercano e, incluso, si era totalmente indispensable un Sub. Pero claro, el aislamiento era importante. Y, por lo visto, no era todo, pues había que acondicionar ambas salas – finalmente iban a ser dos – y decorarlas, por supuesto. Y el sofá, el sofá era fundamental.

Llamaron a una empresa que les hizo un proyecto de aislamiento, por cierto impresionante y luego a otra que les acondicionó convenientemente las dos salas. Ya tenían el DAW, con un ordenador de última generación que lucía una pantalla de 32”. Todo un despliegue. Al final, se habían decidido por unos monitores de campo medio, que los profesionales que les habían acondicionado las salas les recomendaron que se empotrasen en la pared frontal. Eran unos 3 vías con un woofer de 10” que sonaban cañón. Un colega, eximio carpintero, les fabricaría unos racks espléndidos que se quedarían unidos por un tablero, donde se habían de ubicar, la pantalla de vídeo, el teclado alfanumérico, ratón y un controlador MIDI/USB con sus faders motorizados.

El espacio estaba listo y se parecía mucho más a un estudio profesional que una simple sala de ensayos con una “pecera” de control de sonido. Eso sí, se habían gastado un pico y la pasta se había agotado completamente.

Y no se habían olvidado el sofá!… No!, se habían olvidado de algo mucho más importante:

1- Los Patch:

En un estudio hay dos tipos de patch fundamentales:

  1. el que se ubica en la pared de la(s) sala(s) de grabación, normalmente con 8, 12, 16 o 24 hembras XLR de panel que llevan la señal de los micrófonos, más unos cuantos conectores aéreos – XLR macho o jack TRS – para el retorno de auriculares u otras señales, todo a través de una manguera multipar;
  2. el patchbay que facilita todas las inter-conexiones entre los diversos aparatos instalados en la sala de control. Normalmente un patch bantam, con 96 puntos de conexión que en su parte trasera recibe una multitud de cables ya sea vía conectores sub D25 o simplemente soldados. Ahora lo importante: ¿Que cuesta implementar estos dos patch?

Patch

 

Un ejemplo, sin pasarse:

  • 1 panel de pared con 24 agujeros en su caja metálica: 45€
  • 16 XLR hembra, mas 4 XLR macho y 4 Jacks TRS, atornillados al panel (por supuesto de calidad profesional): 90€
  • y los mismos conectores aéreos para el otro lado de la “manguera”: 90€
  • 10 metros de manguera de 24 pares: 140€
  • 5 horas de curro de un buen técnico de instalación para soldar y instalar todo esto, a 20€/hora (si lo encontráis por este precio decírmelo que le contrato): 100€

Total: 465€

  • 1 patch bantam de calidad profesional: 350€
  • 12 mangueras de 3 metros, pre-fabricadas de calidad razonable, con un SubD 25 de un lado y 8 XLR o jack TRS aéreos en el otro extremo: 75€ cada, o sea 900€.

 

En resumen, en unos minutos hemos descubierto que necesitamos de una considerable cantidad para poder operar nuestro estudio. Nada menos que unos 1715€, a los cuales hay que añadir el omnipresente IVA. Algo más de 2000€. Casi nada.

2- Cableado en general:

¿Cuanto micrófonos tienes en tu colección? ¿Cuantos tienes intención de utilizar para grabar una batería? ¿10, 12 o 14? Pues ese es el número mínimo de cables que necesitas. Pero conviene tener unos cuantos más y algunos de ellos que sirvan de adaptadores entre los varios formatos. Además, cada dos por tres, se averían y el estudio no puede parar para que los vayas a reparar. Si a esto le sumas los latiguillos bantam, sin los cuales el patch bantam se queda inútil, una cantidad cercana a los 500€ o 600€ no es un absurdo. ¿750€ IVA incluido?

Cableado

3- Pies de micrófono, soportes para monitores, atriles, etc:

¿…que te lo habías olvidado? Vamos a algo económico. Económico no es lo más barato, con engranajes de plástico que rompen en cuatro utilizaciones. Económico es un tripod de buena calidad, aunque sin una marca sonante, que te garantice años de utilización sin problemas. Y eso se consigue por 30€ o 40€. Luego, para que aquel micrófono de gran diafragma, que te ha costado un ojo de la cara, se aguante bien colocado, necesitas de, por lo menos, un boomer de verdad y otro para la pareja de micrófonos aéreos que colocarás sobre la batería. Si a esto le juntas un par de soportes estables para tus monitores de campo cercano y un par de atriles para comodidad de los músicos, digamos que tienes tu “herramienta” completa. Hablando de herramienta, no olvides una buena caja de herramientas de razonable precisión, incluyendo un soldador, estaño, un juego de destornilladores planos y de cruz (recuerda que los hay PH y PZ, qu

e son muy distinto y mal utilizados revientan las cabezas a los tornillos), un martillo, un par de alicates, un pela-cables y un cuchillo. Así que se trata de conseguir unos 1000€ más, como mínimo.

Atriles

4- Auriculares:

Ahora que tienes una buena sala de captación y un DAW que te permite enviar mezclas independientes para monitores y auriculares, es cuando te das cuenta que… NO has comprado ni auriculares ni forma de amplificar la señal que les enviarás. En el mercado hay unas etapas de 4, 6 o 8 canales, que te permiten salir del paso. Distorsionan a lo bestia y suenan como cuchillos, pero no valen más que 130€. De la misma forma, si te vas a los auriculares más baratos del mercado – al rededor de 30€/unidad – verás que, en media, durarán unos meses y serán más un incordio que una ayuda a los músicos que graban en tu estudio. Cuando te hartes de sus pobres prestaciones y de las quejas de tus clientes, los tirarás por la ventana y te pondrás finalmente a invertir en cascos de, por lo menos 32Ω, que suenan lo más plano posible y que se cierren bien para impedir, que se te cuele el charles cuando grabes la voz.Por lo tanto tu primera inversión para el ampli cutre y unos 6 auriculares en la misma liga será de unos 300€. Luego después, considerarás la posibilidad de invertir más en serio, unos 1000€ en un sistema realmente profesional, pero lo dejamos para más tarde.

Auriculares

5- La máquina de café:

Es tu menor inversión pero pronto descubrirás que será un punto clave en el éxito de tu estudio. Una zona de relax, con una máquina de café puede marcar toda la diferencia y atraer a potenciales y actuales clientes, para que te visiten con más frecuencia. Si tu estudio se transforma en un punto de encuentro, es probable que tu negocio crezca con algo más de velocidad.
Cafetera
¿Te has dado cuenta que, en un momento, dimos con la necesidad de encontrar alrededor de 5000€ para poner en marcha tu nuevo estudio?

Artículo de Sergio Castro (Reflexion Arts), Agosto 2014